---COLORES--- 7.- Azul
Fardael se dió un pellizco, creyendo que estaba soñando. Estaba en el lugar más raro que jamás se hubiera podido imaginar. Los árboles, el cielo, las nubes, la tierra, todo, absolutamente todo daba el aspecto de estar derritiéndose. Más aún, había un lago cerca de donde estaba, pero en lugar de éste reflejar la luz del sol, era el cielo quién reflejaba la tierra y de las profundidades del agua parecía que venía realmente la fuente de luz, y no del sol.
Los árboles crecían como bastones, no había uno sólo que estuviera derecho. Fardael se vio a sí mismo, y se calmó al ver que aparentemente él seguí normal, pero cuando intentó mover su brazo, vio que este se movía dejando una extraña estela, como si lo aluzara un estroboscopio. Esto lo llenó de nauseas.
"Es como si estuviera en una pintura surrealista, muy surrealista".
Fardael se dio cuenta que una extraña música formaba parte del lugar. La música era sobrecogedoramente triste, pero parecía encajar a la perfección con el paisaje. Cuando examinó por segunda vez el lugar Fardael, se dio cuenta que había una figura junto al lago de la que parecía proceder la música.
Fardael corrió hacia la figura, pero era inútil, sus pies parecían querer permanecer en el mismo lugar. "Es como un sueño, donde cuando corres jamás puedes llegar", entonces decidió calmarse, cerrar los ojos, y pensar que no hacia falta correr, se visualizó junto a la persona y cuando los abrió, ahí estaba.
-¿Piven?-Preguntó Fardael, recordando el último nombre de su lista. El hombre se encontraba sentado, mirando el agua del lago, su expresión seria hacia parecer su cara varios años mayor que el resto del cuerpo. Fardael calculó que podría tener de 16 hasta 30 años. Piven tenía una guitarra sobre sus piernas, que había dejado de tocar cuando escuchó su nombre. En ese momento, el silencio los había envuelto.
-¿Tocas guitarra?
-No Fardaelito, estoy rascando las cuerdas de mi guitarra porque me dijo que tenía comezón...-Dijo la figura burlónamente.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-No, ¿cómo sabes tú el mío?
-Porque está en la lista...-Fardael le explicó lo más rápido que pudo su misión a Piven.
-Y bien-volvió a preguntar Fardael- ¿cómo sabes mi nombre? Ya te dije por qué sé el tuyo.
-No sé...-Dijo vagamente -Simplemente lo sé.
-¡Pero yo si te expliqué por qué sabía el tuyo!
-Jamás te dije que si me decías tú te decía yo...
-Pero...
-Lo siento, nada te prometí.
Fardael cambió de tema al sentirse derrotado.
-Bien. ¿Al menos sí tienes la esfera azul?
-Se puede decir que la tengo... sí.
-Y... ¿me la podrías dar?-Dijo Fardael, sin esperar mucho de Piven.
-No.
-¿Y tú qué quieres a cambio?-Preguntó Fardael. "Sabía que no sería tan fácil con él". -Quieres que juegue contigo... que te escuche tocar... que te ayude a practicar algún deporte... que te dé galletas... que entre a una clase contigo, no sé... -Pero Fardael temía que la prueba de Piven sería mucho más difícil.
-Nada.
-¿O sea, que me la darás y ya?
-No, te dije que nada necesito a cambio, porque no la pienso cambiar ni regalar.
-¿Cómo? ¿No quieres que haga algo a cambio tampoco?
-Tampoco.
-¿Y entonces, cómo nos podemos arreglar?-Preguntó Fardael, mientras recordaba los programas cómicos donde hacían burla de los sobornos policíacos.
-Tal vez no podamos. Es una lástima ¿no? Que estés tan cerca del fin, y te encuentres conmigo.
-¡Piven! ¡Me quedan poco menos de 20 minutos! ¡Deja de jugar ya y dame esa maldita esfera! ¡Ya pasé demasiado hoy como para fallar! ¡Dejé demasiado para venir hasta acá!-Inconscientemente, Fardael pensó en la ex dueña del color índigo.
-Esa mujer te trae loco... -dijo Piven, como leyéndole los pensamientos- Dices que tú tienes una misión. Pero, ¿todos tenemos una, o no? Incluso los que no la saben, la tienen. Todos... ¿cómo sabes que mi misión no es opuesta a la tuya? ¿Cómo sabes que mi misión no es evitar que juntes las esferas?
Del centro de la guitarra, Piven extrajo la esfera azul. Todo se iluminó fantasmagóricamente de ese color.
-¿Por qué... por qué harías eso?
-¿Motivos? Motivos me sobran... pero no es momento de ponerse a discutir eso. ¿No dices que tienes poco tiempo?
Fardael tenía la esfera a sólo unos pocos centímetros. "Sí, discutir es inútil". Estiró la mano, en un intento por arrebatarle la esfera a Piven, pero éste, con reflejos súper naturales, la apartó con facilidad.
-Te recomiendo que no pelees una batalla que tienes perdida. Pero no, mi misión no es exactamente esa. Es una mucho más importante. Demasiado más importante.
-¿Cómo sabes que la tengo perdida?-Fardael estaba enojado. Trató de agarrar la esfera varias veces más, pero era imposible. Piven tenía reflejos muy superiores a los de Fardael. Fardael se abalanzó sobre él entonces, aunque lo único que consiguió fue hacer trizas la guitarra.
-¡Mierda!-Maldijo Piven.-Mira lo que has hecho. ¿Sabes lo valioso que era esa guitarra? ¿Sabes lo difícil que fue conseguirla? ¿Sabes que es lo único que me entretenía en este lugar? Créeme cuando te digo que hay muchísimas cosas más importantes que los colores... pero si para ti, en tu mente cerrada, esto es tan importante... ve y búscala.-Piven lanzó al lago la esfera y Fardael ahora se sentía mal.
-Lo... lo siento... No quize romperla...
-Lo hecho hecho está. Ya puedes dejarme en paz. Tu esfera está en el lago, no intentaré detenerte.
-No... no creo poder ir por ella. No sé por qué... pero... siento que no debo tenerla si estás enojado conmigo.
Fardael tenía un extraño sentir dentro de él, tal vez producto del bizarro mundo en el que estaba, pero sabía que no podía ir por la esfera, además de que de alguna manera aún más rara, las palabras de Piven habían dejado pensando a Fardael acerca de qué era lo realmente importante. En ese momento, sentía el peso de las otras esferas en el morral, y sabía que lo que recordaría en un futuro no sería las esferas, sino las personas que se las dieron... Hamlet, Navi, Firesia, Channel, Amareri, Naranja, Shannel, todas ellas, incluso a Piven. Cada uno de ellos, por su simple exisencia como personas, era más importante que unos objetos cuyo objetivo único era alterar la percepción visual. Fardael cerró los ojos, recordando a cada una de las personas que había conocido ese día. Cuando los abrió, la esfera azul estaba sobre su mano.
-¿Por qué me la das? ¿Por qué después de que te la traté de quitar por la fuerza y rompí tu instrumento?
-La pregunta en realidad es, ¿por qué no te la había dado antes? Sólo quería hacerte sufrir un poco... Fardael, te quedan dos minutos.-Fardael miró su reloj, era cierto.-¿Te quedas o te vas?
-Me voy... sería tonto abandonar ahora. Pero prometo reponerte tu guitarra en cuanto pueda.
-No te sientas mal... no eres tan mala persona, por algo te eligió el viejo. Y... por esa vieja lira no te preocupes... -Piven hizo un casi imperceptible guiño con ambos ojos.
Sin perder más tiempo, Fardael creó el último portal.
-Parece que ahora todo mundo puede hacer portales...
-¿Cómo dices?-Preguntó Fardael, con un pie dentro del óvalo luminoso.
-Que si te interesa, puedo enseñarte a tocar guitarra.-Piven de alguna forma volvía a sostener la guitarra, intacta, sobre las piernas.
-¿Cómo lo hiciste?
-Te quedan diez segundos...-Fue toda la respuesta de Piven.
-¡Pero me tendrás que decir algún día!
-Tal vez... Hay al rayo.
-A... adiós.-Dijo Fardael, todavía confundido, mientras atravesaba.
Los árboles crecían como bastones, no había uno sólo que estuviera derecho. Fardael se vio a sí mismo, y se calmó al ver que aparentemente él seguí normal, pero cuando intentó mover su brazo, vio que este se movía dejando una extraña estela, como si lo aluzara un estroboscopio. Esto lo llenó de nauseas.
"Es como si estuviera en una pintura surrealista, muy surrealista".
Fardael se dio cuenta que una extraña música formaba parte del lugar. La música era sobrecogedoramente triste, pero parecía encajar a la perfección con el paisaje. Cuando examinó por segunda vez el lugar Fardael, se dio cuenta que había una figura junto al lago de la que parecía proceder la música.
Fardael corrió hacia la figura, pero era inútil, sus pies parecían querer permanecer en el mismo lugar. "Es como un sueño, donde cuando corres jamás puedes llegar", entonces decidió calmarse, cerrar los ojos, y pensar que no hacia falta correr, se visualizó junto a la persona y cuando los abrió, ahí estaba.
-¿Piven?-Preguntó Fardael, recordando el último nombre de su lista. El hombre se encontraba sentado, mirando el agua del lago, su expresión seria hacia parecer su cara varios años mayor que el resto del cuerpo. Fardael calculó que podría tener de 16 hasta 30 años. Piven tenía una guitarra sobre sus piernas, que había dejado de tocar cuando escuchó su nombre. En ese momento, el silencio los había envuelto.
-¿Tocas guitarra?
-No Fardaelito, estoy rascando las cuerdas de mi guitarra porque me dijo que tenía comezón...-Dijo la figura burlónamente.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-No, ¿cómo sabes tú el mío?
-Porque está en la lista...-Fardael le explicó lo más rápido que pudo su misión a Piven.
-Y bien-volvió a preguntar Fardael- ¿cómo sabes mi nombre? Ya te dije por qué sé el tuyo.
-No sé...-Dijo vagamente -Simplemente lo sé.
-¡Pero yo si te expliqué por qué sabía el tuyo!
-Jamás te dije que si me decías tú te decía yo...
-Pero...
-Lo siento, nada te prometí.
Fardael cambió de tema al sentirse derrotado.
-Bien. ¿Al menos sí tienes la esfera azul?
-Se puede decir que la tengo... sí.
-Y... ¿me la podrías dar?-Dijo Fardael, sin esperar mucho de Piven.
-No.
-¿Y tú qué quieres a cambio?-Preguntó Fardael. "Sabía que no sería tan fácil con él". -Quieres que juegue contigo... que te escuche tocar... que te ayude a practicar algún deporte... que te dé galletas... que entre a una clase contigo, no sé... -Pero Fardael temía que la prueba de Piven sería mucho más difícil.
-Nada.
-¿O sea, que me la darás y ya?
-No, te dije que nada necesito a cambio, porque no la pienso cambiar ni regalar.
-¿Cómo? ¿No quieres que haga algo a cambio tampoco?
-Tampoco.
-¿Y entonces, cómo nos podemos arreglar?-Preguntó Fardael, mientras recordaba los programas cómicos donde hacían burla de los sobornos policíacos.
-Tal vez no podamos. Es una lástima ¿no? Que estés tan cerca del fin, y te encuentres conmigo.
-¡Piven! ¡Me quedan poco menos de 20 minutos! ¡Deja de jugar ya y dame esa maldita esfera! ¡Ya pasé demasiado hoy como para fallar! ¡Dejé demasiado para venir hasta acá!-Inconscientemente, Fardael pensó en la ex dueña del color índigo.
-Esa mujer te trae loco... -dijo Piven, como leyéndole los pensamientos- Dices que tú tienes una misión. Pero, ¿todos tenemos una, o no? Incluso los que no la saben, la tienen. Todos... ¿cómo sabes que mi misión no es opuesta a la tuya? ¿Cómo sabes que mi misión no es evitar que juntes las esferas?
Del centro de la guitarra, Piven extrajo la esfera azul. Todo se iluminó fantasmagóricamente de ese color.
-¿Por qué... por qué harías eso?
-¿Motivos? Motivos me sobran... pero no es momento de ponerse a discutir eso. ¿No dices que tienes poco tiempo?
Fardael tenía la esfera a sólo unos pocos centímetros. "Sí, discutir es inútil". Estiró la mano, en un intento por arrebatarle la esfera a Piven, pero éste, con reflejos súper naturales, la apartó con facilidad.
-Te recomiendo que no pelees una batalla que tienes perdida. Pero no, mi misión no es exactamente esa. Es una mucho más importante. Demasiado más importante.
-¿Cómo sabes que la tengo perdida?-Fardael estaba enojado. Trató de agarrar la esfera varias veces más, pero era imposible. Piven tenía reflejos muy superiores a los de Fardael. Fardael se abalanzó sobre él entonces, aunque lo único que consiguió fue hacer trizas la guitarra.
-¡Mierda!-Maldijo Piven.-Mira lo que has hecho. ¿Sabes lo valioso que era esa guitarra? ¿Sabes lo difícil que fue conseguirla? ¿Sabes que es lo único que me entretenía en este lugar? Créeme cuando te digo que hay muchísimas cosas más importantes que los colores... pero si para ti, en tu mente cerrada, esto es tan importante... ve y búscala.-Piven lanzó al lago la esfera y Fardael ahora se sentía mal.
-Lo... lo siento... No quize romperla...
-Lo hecho hecho está. Ya puedes dejarme en paz. Tu esfera está en el lago, no intentaré detenerte.
-No... no creo poder ir por ella. No sé por qué... pero... siento que no debo tenerla si estás enojado conmigo.
Fardael tenía un extraño sentir dentro de él, tal vez producto del bizarro mundo en el que estaba, pero sabía que no podía ir por la esfera, además de que de alguna manera aún más rara, las palabras de Piven habían dejado pensando a Fardael acerca de qué era lo realmente importante. En ese momento, sentía el peso de las otras esferas en el morral, y sabía que lo que recordaría en un futuro no sería las esferas, sino las personas que se las dieron... Hamlet, Navi, Firesia, Channel, Amareri, Naranja, Shannel, todas ellas, incluso a Piven. Cada uno de ellos, por su simple exisencia como personas, era más importante que unos objetos cuyo objetivo único era alterar la percepción visual. Fardael cerró los ojos, recordando a cada una de las personas que había conocido ese día. Cuando los abrió, la esfera azul estaba sobre su mano.
-¿Por qué me la das? ¿Por qué después de que te la traté de quitar por la fuerza y rompí tu instrumento?
-La pregunta en realidad es, ¿por qué no te la había dado antes? Sólo quería hacerte sufrir un poco... Fardael, te quedan dos minutos.-Fardael miró su reloj, era cierto.-¿Te quedas o te vas?
-Me voy... sería tonto abandonar ahora. Pero prometo reponerte tu guitarra en cuanto pueda.
-No te sientas mal... no eres tan mala persona, por algo te eligió el viejo. Y... por esa vieja lira no te preocupes... -Piven hizo un casi imperceptible guiño con ambos ojos.
Sin perder más tiempo, Fardael creó el último portal.
-Parece que ahora todo mundo puede hacer portales...
-¿Cómo dices?-Preguntó Fardael, con un pie dentro del óvalo luminoso.
-Que si te interesa, puedo enseñarte a tocar guitarra.-Piven de alguna forma volvía a sostener la guitarra, intacta, sobre las piernas.
-¿Cómo lo hiciste?
-Te quedan diez segundos...-Fue toda la respuesta de Piven.
-¡Pero me tendrás que decir algún día!
-Tal vez... Hay al rayo.
-A... adiós.-Dijo Fardael, todavía confundido, mientras atravesaba.
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