---COLORES--- 8.- Rosa
Una muchacha permanecía sentada al frente de su mesa, con los brazos cruzados, con expresión expectante. Sobre la mesa, entre varias pilas de libros abiertos y cerrados, reposaba en perfecto una esfera brillante color rosa. La esfera brillaba inténsamente, parecía estar esperando algo, y eso desconcertaba a la muchacha.
La muchacha sostuvo la esfera entre las manos.
-Lo sé... lo sé... yo también lo siento. Se están juntando. Alguien las está juntando.
La esfera brilló más inténsamente. La muchacha se levantó esfera en mano y fue hacia una de las estanterías. Sacó un par de libros, descubriendo un hueco oculto en la pared.
-Pero aún no es tu momento. Lo siento, tendrás que esperar un poco más para reunirte con las demás.
La muchacha ocultó la esfera en el hueco, y la volvió a tapar.
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-¿Qué pasaba si se acababa la cuenta regresiva?
-Nada.
-¿¡QUÉ!?-Exclamó Fardael ofendido.-¿NADA?
-Oye... estoy viejo, a mi edad entenderás que quieras que las cosas se hagan rápido y un poco de presión no te sería perjudicial.
-Lo odio.-Fue todo lo que dijo Fardael.-No debería entregarle las esferas sólo por eso.-Pero las 7 ancianas que vivían con el viejo ya habían sido más rápidas y le habían sacado del morral las esferas. Una a una, las introdujeron en un disco de 7 endiduras que estaba en medio de la sala. El espectáculo que vio a continuación Fardael, fue el más bello que había visto en su vida.
Ráfagas de colores empezaron a extenderse, ahora no sólo alrededor de las esferas, sino por todos lados, y acombinarse entre sí, creando nuevos matices. Fardael miró por la ventana. el mundo era totalmente distinto. El cielo era azul, el pasto verde, el sol amarillo.
-Increíble... ¿cómo pudimos vivir sin esto?-Fardael no esperaba una respuesta.-Pero... aún no entiendo. ¿Por qué yo? ¿Por qué me mandaste a mí por ellas?-Ahora Fardael sí esperaba respuesta.
-¿Todavía no lo sabes? Estoy seguro que sí.
-Pero... no hice alguna cosa en especial que alguien no hubiera podido hacer...
-¿Seguro?
-Sí... al parecer... sólo les caí bien, y me las dieron.
-¡Exacto! Lo has comprendido, amistad, es más valiosa que todos los colores que trajiste hoy juntos. Has vivido en un mundo sin colores, y es posible vivir... pero, ¿te imaginas un mundo sin amistad?-Fardael no podía.-Son los amigos quiénes realmente le ponen color al mundo, no lo olvides.
Fardael aceptó esta respuesta, aunque sentía que había algo más que el viejo no le decía.
-Bueno... tome.-Dijo Fardael regresándole el viejo control que creaba los portales.
-No Fardael, si me lo regresas, ¿cómo regresarás con las personas que conociste hoy?
Fardael agradeció y se despidió antes de que el viejo anciano cambiara de opinión. Al salir de la casa, se sentía mucho más maduro que cuando había entrado, como si muchas cosas hubieran cambiado dentro de él. Fardael regresó a su propia casa con una sonrisa, apretando fuertemente el control que le permitiría regresar a visitar a sus amigos, jugar con ellos, pelear con ellos, aprender de ellos, y ahora a todo color. Aunque, lo que más feliz lo hacía era sin duda que volvería a escuchar cierto piano...
La muchacha sostuvo la esfera entre las manos.
-Lo sé... lo sé... yo también lo siento. Se están juntando. Alguien las está juntando.
La esfera brilló más inténsamente. La muchacha se levantó esfera en mano y fue hacia una de las estanterías. Sacó un par de libros, descubriendo un hueco oculto en la pared.
-Pero aún no es tu momento. Lo siento, tendrás que esperar un poco más para reunirte con las demás.
La muchacha ocultó la esfera en el hueco, y la volvió a tapar.
Fardael se encontró de nuevo en la vieja casa.
-Justo a tiempo. Pensé que no llegarías antes de que se acabara la cuenta regresiva.
-Justo a tiempo. Pensé que no llegarías antes de que se acabara la cuenta regresiva.
-¿Qué pasaba si se acababa la cuenta regresiva?
-Nada.
-¿¡QUÉ!?-Exclamó Fardael ofendido.-¿NADA?
-Oye... estoy viejo, a mi edad entenderás que quieras que las cosas se hagan rápido y un poco de presión no te sería perjudicial.
-Lo odio.-Fue todo lo que dijo Fardael.-No debería entregarle las esferas sólo por eso.-Pero las 7 ancianas que vivían con el viejo ya habían sido más rápidas y le habían sacado del morral las esferas. Una a una, las introdujeron en un disco de 7 endiduras que estaba en medio de la sala. El espectáculo que vio a continuación Fardael, fue el más bello que había visto en su vida.
Ráfagas de colores empezaron a extenderse, ahora no sólo alrededor de las esferas, sino por todos lados, y acombinarse entre sí, creando nuevos matices. Fardael miró por la ventana. el mundo era totalmente distinto. El cielo era azul, el pasto verde, el sol amarillo.
-Increíble... ¿cómo pudimos vivir sin esto?-Fardael no esperaba una respuesta.-Pero... aún no entiendo. ¿Por qué yo? ¿Por qué me mandaste a mí por ellas?-Ahora Fardael sí esperaba respuesta.
-¿Todavía no lo sabes? Estoy seguro que sí.
-Pero... no hice alguna cosa en especial que alguien no hubiera podido hacer...
-¿Seguro?
-Sí... al parecer... sólo les caí bien, y me las dieron.
-¡Exacto! Lo has comprendido, amistad, es más valiosa que todos los colores que trajiste hoy juntos. Has vivido en un mundo sin colores, y es posible vivir... pero, ¿te imaginas un mundo sin amistad?-Fardael no podía.-Son los amigos quiénes realmente le ponen color al mundo, no lo olvides.
Fardael aceptó esta respuesta, aunque sentía que había algo más que el viejo no le decía.
-Bueno... tome.-Dijo Fardael regresándole el viejo control que creaba los portales.
-No Fardael, si me lo regresas, ¿cómo regresarás con las personas que conociste hoy?
Fardael agradeció y se despidió antes de que el viejo anciano cambiara de opinión. Al salir de la casa, se sentía mucho más maduro que cuando había entrado, como si muchas cosas hubieran cambiado dentro de él. Fardael regresó a su propia casa con una sonrisa, apretando fuertemente el control que le permitiría regresar a visitar a sus amigos, jugar con ellos, pelear con ellos, aprender de ellos, y ahora a todo color. Aunque, lo que más feliz lo hacía era sin duda que volvería a escuchar cierto piano...
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