---COLORES--- 4.- Índigo

Fardael caminaba ahora dentro de una enorme biblioteca de aspecto muy antiguo. Sus zapatos hacían eco con cada paso que daba. Parecia estar sólo. "Tal vez me equivoqué de lugar" pensaba, pero encontró a una persona sentada detrás de una enorme pila de libros. Era una hermosa muchacha que estaba leyendo un libro de física.

-Ho... hola.-La muchacha no pareció escucharlo. El repitió más fuerte.-¡Hola! ¿Te puedo quitar un momento?

-¡Perdón! ¡No te había visto! ¡Sí, claro!

-¿Acaso tú también sabes quién soy?-Preguntó Fardael, recordando como en las veces anteriores lo habían llamado por su nombre sin que él lo dijera.

La muchacha lo miró a los ojos, con una mirada profunda, antes de contestar:

-No. Pero yo soy Piannel. No es un gran nombre, pero es el único que tengo.

-Soy Fardael... verás, me encuentro buscando los olores que...

-Colores-corrigió Piannel.

-¿Cómo lo sabes?

-Fardael... he tenido esa pequeña esfera por más tiempo del que tú crees.

-¿Cuánto?

-No es relevante.-Dijo con una expresión triste, dejándole extrañamente claro a Fardael que era algo que Piannel no podía decir.

-Entonces... ya que eres la poseedora del color índigo...-dijo Fardael revisando su lista- ¿Me lo das?

-Sí, el añil es mío. ¿Podrías esperar a que termine esto que estoy haciendo? Acabo de resolverlo y no quiero que se me vaya la idea. ¿Sabes? Tengo examen mañana, y no le quiero fallar al excelente profesor que tengo.

-¿Y qué es lo que haces?

-Justo ahora, sólo me falta terminar esta integral.

-¿No eres un poco joven para saber eso?

-Ojalá... pero para el conocimiento no hay edad. Ahora... si me excusas...-Piannel puso una simpática sonrisa y continuó con su trabajo.

Mientras Piannel terminaba, Fardael echó un vistazo alrededor. Descubrió que en una esquina había un gran piano negro, claro que en ese mundo, las cosas no tenían mucho de dónde escoger para los colores.

-¿Un piano, en la biblioteca?

-Sí, pero sólo me dejan tocarlo para música clásica, a muchos les ayuda a concentrarse en su lectura.

-¿Sabes piano también? Wow. Y ¿dónde está la demás gente?


-Claro. Deja te muestro, aprovechando que terminé mi trabajo. Aunque... ¿seguro que tienes tiempo?Piannel puso especial énfasis en la última palabra. "¿Sabrá acaso que tengo un cronómetro?" pensó Fardael.-¿No estás más interesado en ésto?-Piannel agarró la mochila que estaba junto a ella y sacó la esfera índigo. Ésta hizo resplandecer en tonos índigos el vestido de la muchacha.

-¿Tú no me pedirás algo a cambio?

-¿Alguien te ha pedido algo a cambio? Claro que no. Pero, por otro lado, podrías acompañarme un poco más, claro, si tienes tiempo. Quería torturarte un poco con el piano.

-No me pensaba ir sin escucharte. ¿Tortura dijiste? 

-Sí, tortura.

-Perdón, no quería que me escucharas. No creo que sea una tortura.

-No puedes decir eso, jamás me has oído tocar.

-Aún así... es extraño... desde que llegué a este lugar... siento como... como si siempre hubiera estado destinado a conocerte.

Ese comentario le valió a Fardael otra mirada escrutadora de Piannel, antes de que se sentara ante el piano.

-Antes de empezar. Un favor. ¿Podrías darle vuelta a la página de la partitura? Es una nueva pieza y todavía no me la aprendo del todo. Sólo para no tener que detenerme a la mitad.

Fardael asintió, y Piannel empezó a tocar el piano, sus manos parecían danzar suavemente sobre las teclas, produciendo una melodía a la vez exquisita y embriagadora. Tanto que Fardael olvidó por completo que tenía que cambiar la página.

-¡Perdón! No sé que me hiciste, pero es cómo si me hubieras hechizado.

-Está bien Fardael.-Dijo Piannel sonriendo de nuevo con la sonrisa que le gustaba a Fardael.

Piannel tocó, y Fardael escuchó, hasta que en algún momento Fardael decidió revisar su reloj. Le quedaban ya sólo tres horas.

-Tengo que irme- dijo tristemente en la primera pausa que hizo ella- aún me faltan tres colores según mi lista. ¿No te duelen las manos? Has estado tocando durante mucho tiempo.

-No, mira.

La muchacha tomó entre sus manos las manos de Fardael. Éste las sintió tibias, y extrañamente familiares. No quería soltarlas. Fardael estaba nervioso, tanto que empezó a castañear.

Piannel retiró sus manos con un movimiento gentil.

-Sólo me duelen cuando están frías.

-Que raro... Pero no tanto como todo lo que está encima de esa mesa.-Dijo Fardael señalándo la esfera índigo que le daba una tonalidad extraña a los objetos que la rodeaban.

-Índigo o añil... corresponde a una longitud de onda de la luz entre 420 y 450 nanómetros... Pero no te engañes. En realidad, los colores siempre han existido. Lo único que nos dan estas esferas al ponerlas en nuestro campo de visión es despertar en nosotros unas células que tenemos dormidas en nuestros ojos llamadas conos. Cada esfera los despierta de una manera desigual, pero cuando están todas juntas Fardael, el espectáculo debe ser increíble.

-¿Cómo sabes tanto?-Preguntó Fardael.

-Lo siento Fardael. Esa pregunta también es irrelevante y tú tienes poco tiempo.

-Quisiera quedarme.

-Lo sé. Es bueno tener alguien con quién poder hablar de ésto.

Fardael creó el siguiente portal con ayuda del control.

-Nos volveremos a ver.-Dijo Fardael.

-Tal vez. Espero que sí.

-No estaba preguntando.

Fardael besó a la muchacha en un impulso, y ésta le correspondió. Fardael atravesó el portal después de meter la nueva esfera en el morral, sin estar seguro de querer abandonar aquella biblioteca.


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