En Bicicleta- Parte 1, Copenhague, 24 Abril
Si alguien me pregunta que fue lo que más me gustó de Copenhague, no dudaré en decir: Las bicicletas.
Es sorprendente la cantidad de bicicletas que ves y la cantidad de calles hechas sólo para ellas. Ojalá en México las ciudades fueran mejor planeadas y pudiéramos tener más oportunidad de usar nuestras bicis sin que algún loco conductor de coche esté a punto de atropellarnos. Otras ciudades, como Guanajuato, simplemente no es práctico tenerla, pues todo son escaleras.
Aquí hay dos cosas que quiero decir. La primera, es falso el dicho de que una vez que aprendes a andar en bicicleta ya no se te olvida. Yo era el contraejemplo andando. Aprendí cuando tenía algo así como 11 (sí, 5 años más tarde que el promedio de los niños que salen en la tele aprendiendo lo mismo). Luego lo dejé.
Un buen día, tuve el terrible momento incómodo de no poder ir en tour con mis amigos debido a ello y desde ese día se me quedó la espinita de volver a aprender y aquí es donde quiero decir la segunda cosa: Reaprender a andar en Copenhague fue algo de verdad increíble, y seguro, no es algo que mucha gente pueda decir.
El 24 renté mi bicicleta en la tarde, pues después de lo cansado que estaba de los días anteriores, y después de buscar en Internet, hallé una tienda y la localicé en mi mapa de la ciudad. Fui a la tienda y, por supuesto, agarré la bici más barata, y la renté por el resto de mi estadía en la ciudad.
Lo primero que pensé después de tener dificultades al arrancar fue "oh no, creo que lo mejor será dejarla a la vuelta y regresar por ella después, no puedo hacerlo!" Pero traté de seguir. Empecé a hacer el camino a casa, pues como dije, no era precisamente temprano y yo sabía que si tenía que llevarme la bicicleta de ese modo tardaría muchísimo.
Al principio fue terrible. Cuando conseguía arrancarla iba demasiado lento, y todos los demás me rebasaban, y se me quedaban viendo de una manera que sólo te hace sentir mal. Sí, quería aprender, pero sin que nadie me viera.
Después de algo así como cuatro horas, de lo que debió haber sido máximo media hora, llegué al edificio de Ben, y, como todavía quedaba algo de luz de día, me puse a dar vueltas por los alrededores, agradeciendo que era un lugar con amplio espacio para practicar y prácticamente vacío.
Momentos incómodos:
-Cuando el que te renta la bici, después de que te renta la bici, te dice: "mejor empieza en el parque de enfrente, donde no hay coches".
Cuando nadie me ve:
-Soy, por alguna razón, mejor en la bici.
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Es sorprendente la cantidad de bicicletas que ves y la cantidad de calles hechas sólo para ellas. Ojalá en México las ciudades fueran mejor planeadas y pudiéramos tener más oportunidad de usar nuestras bicis sin que algún loco conductor de coche esté a punto de atropellarnos. Otras ciudades, como Guanajuato, simplemente no es práctico tenerla, pues todo son escaleras.
Aquí hay dos cosas que quiero decir. La primera, es falso el dicho de que una vez que aprendes a andar en bicicleta ya no se te olvida. Yo era el contraejemplo andando. Aprendí cuando tenía algo así como 11 (sí, 5 años más tarde que el promedio de los niños que salen en la tele aprendiendo lo mismo). Luego lo dejé.
Un buen día, tuve el terrible momento incómodo de no poder ir en tour con mis amigos debido a ello y desde ese día se me quedó la espinita de volver a aprender y aquí es donde quiero decir la segunda cosa: Reaprender a andar en Copenhague fue algo de verdad increíble, y seguro, no es algo que mucha gente pueda decir.
El 24 renté mi bicicleta en la tarde, pues después de lo cansado que estaba de los días anteriores, y después de buscar en Internet, hallé una tienda y la localicé en mi mapa de la ciudad. Fui a la tienda y, por supuesto, agarré la bici más barata, y la renté por el resto de mi estadía en la ciudad.
Lo primero que pensé después de tener dificultades al arrancar fue "oh no, creo que lo mejor será dejarla a la vuelta y regresar por ella después, no puedo hacerlo!" Pero traté de seguir. Empecé a hacer el camino a casa, pues como dije, no era precisamente temprano y yo sabía que si tenía que llevarme la bicicleta de ese modo tardaría muchísimo.
Al principio fue terrible. Cuando conseguía arrancarla iba demasiado lento, y todos los demás me rebasaban, y se me quedaban viendo de una manera que sólo te hace sentir mal. Sí, quería aprender, pero sin que nadie me viera.
Después de algo así como cuatro horas, de lo que debió haber sido máximo media hora, llegué al edificio de Ben, y, como todavía quedaba algo de luz de día, me puse a dar vueltas por los alrededores, agradeciendo que era un lugar con amplio espacio para practicar y prácticamente vacío.
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Este un lugar mucho más relajante para caerse sin que nadie te vea. |
Momentos incómodos:
-Cuando el que te renta la bici, después de que te renta la bici, te dice: "mejor empieza en el parque de enfrente, donde no hay coches".
Cuando nadie me ve:
-Soy, por alguna razón, mejor en la bici.
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