El Largo Día, Copenhague, 23 de Abril.

El día que llegué a Copenhague, estaba cansado, había dormido algo así como una hora durante el avión y ya.
El couchsurfer que me recibió, Ben (de Alemania pero que sabía español muy bien), fue excelente, y me invitó a desayunar con él. Después de darme la llave de su cuarto para que yo pudiera entrar a la hora que quisiera él se dirigió a su ensayo de teatro.

Una de las primeras cosas que pensé fue "wow, me dio sus llaves, es demasiado confianza y apenas y me conoce". Se lo dije, y él me contestó algo como "nah... confío mucho en los couchsurfers". Mientras desayunábamos descubrí que sabía español muy bien porque había viajado a Sudamérica y durante su camino se había encontrado con dos mexicanos con los que hizo gran parte del viaje. Pero no lo hizo de la forma turistera y segura, sino de la forma que más aventuras da, con una mochila al hombro y yéndose de "ride" a todos lados.

Cuando Ben salió de su departamento, yo también salí, pues me parecía muy malo decirle que sólo quería dormir en mi primer día en Copenhague. Así que, mientras él se fue en bicicleta, yo empecé a caminar y caminar. Llegué a la primer placita que encontré y me senté. Cerré los ojos, y, lo siguiente que recuerdo era a una niña y a su padre discutiendo cosas en danés al lado de mí. Pero por su tono supe que discutían de mí. Así que no pude más y me levanté de ahí, había pasado algo así como una hora.

Me dirigí a lo más famoso de Copenhague, su estatua de la sirenita. Después de caminar por largo tiempo, llegué y, en palabras de un guía de turistas que alcancé a escuchar "prepárense para la mayor decepción de su vida".


Yo, fan de estatuas y todo, no puedo decir que haya sido tan decepcionante, digo, es una buena estatua, pero la verdad las tiendas de recuerdos alardean demasiado acerca de ella (todo tiene a esa estatua). Y es que, después de ver la 1001 estatuas de Oslo, es difícil que ver una sola estatua te sorprenda.

En el parque que había ahí me senté de nuevo, estaba muy cansado. Pero había un problema, si me sentaba en el sol, sabía que me iba a requemar, y lo hacía en la sombra, me daba frío. Además de que la brisa del mar era un tanto molesta. Yo sólo quería una cama donde dormir! Así que regresé al departamento de Ben y tirándome sobre la alfombra y usando mi chamarra como almohada, dormí como desde las 3 de la tarde hasta las 8 que llegó él.

Fue cuando me dio una invitación que en un momento de menos cansancio hubiera sido mucho mejor recibida. Al parecer, curiosamente, había un evento de couchsurfer ese mismo día (era sábado) y después de darme un baño, salí con Ben a este bar donde se reunirían los couchsurfers.

La inauguración oficial del bar sería hasta la siguiente semana, así que todavía tenía algunos detalles (como por ejemplo, el "baño" de hombres era una pared en el patio). Pero a mi no me importó, y de hecho, las bebidas, eran, a comparación de las de Bergen, a mitad de precio. Incluso me regalaron una cuando enseñé mi pasaporte de México.

Cuando regresamos, dormí como nunca.

En el aeropuerto, había un tipo vestido de pollo. Sí, de pollo.
Ah sí, y en algún momento de la noche alguien dijo: "estoy seguro que esa cerveza ha sido abandonada, lleva horas en esa mesa sin que nadie la toque!" Y luego, la tomó, y se la tomó.

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