Humo Rojo - Pieza 9

Clara estaba sentada con sus dos hijas en el área asignada, esperando la partida, era un día soleado. De no tener que partir, Clara estaría organizando un picnic en vez de memorizando el mensaje clase A que le había tocado.

"Para Joanna Trisk en 39. Fili Trisk ha fallecido, intentó la osadía sin éxito. De Pamela, una amiga".

-Mamá, ¿qué dice?-Le preguntó la hija más pequeña, de 4 años, Ceres.

-Una boda.-Mintió.- Nada que te tenga que estar interesando.

-¡Exacto Ceres! ¡No debes de tratar de espiar los mensajes de los demás!-Dijo la hija mayor, Zana.-¿Falta mucho mamá?

-No Zana, unos 10 minutos y estaremos con tu padre.-Algo empezó a oler mal.-¿Alguna de ustedes necesita ir al baño? Porque ya saben la regla, nada de comida antes de viajar.

Las niñas negaron con la cabeza.

-¡Mamá! ¡Mira! ¡Humo!-Dijo Ceres.

-¡Sssh! ¡Tenemos que guardar silencio!

Clara volteó para donde estaba señalando Ceres. En efecto, humo rojo. ¿Era un simulacro? No, no podía serlo, no había simulacros desde la escuela y nunca se hacían en esas zonas. Rojo. ¿Qué significaba rojo? Clara empezó a recitar mentalmente: "Verde se pierde, amarillo estallido, rojo desalojo...". Desalojo. Algo había pasado en los años dorados. Tenían que correr.

Clara fue la primera en pararse. Podría simplemente salir corriendo con sus hijas, pero se demoró unos instantes para gritar:

-¡CORRAN! ¡HUMO ROJO! ¡HAY QUE DESALOJAR!

El resto de las familias empezó a pararse y un verdadero pánico se desató.

Clara tomó a sus hijas de la mano y empezó a correr hacia la salida. Tenía diez minutos. Con ese tiempo, no alcanzaba a llegar a ninguna de las zonas seguras; necesitaría siquiera al menos diez minutos para calmarse y recordar donde quedaban. No, lo mejor que podía hacer era correr.

-¿Mamá que pasa?-Preguntó la menor.

-¡No seas tonta Ceres! ¡Algo pasó del otro lado, no podemos irnos!

Rojo. Pensaba Clara. El radio afectado podría abarcar toda la ciudad o solo unos cuantos metros. No tenía tiempo de averiguarlo. Clara agarraba fuertemente de las manos a sus hijas. Tenía que dejarlas en un lugar seguro, no podía abandonarlas en medio de la estampida o sería tan peligroso como llevarlas con ella. "¡Dios mío! ¡Tendré que dejarlas! ¡No es seguro llevarlas!"

Clara cargó a Ceres pues la pequeña no podía seguir corriendo, pero aún así, Zana no podía correr muy rápido por si misma.

-¡Señora, ¿la ayudo?!-Dijo otra mujer, que había visto corriendo a Clara. No había tiempo de desconfiar.

-¡Gracias!

-¡No me agradezca, también tengo hijas! Diana.-Se presentó.

-¡Clara!-Gritó mientras ayudaba a Diana a tomar a Ceres en brazos y ella recogía a Zana.

Calles, gente corriendo, carros detenidos y muchos gritos de pánico hacían difícil concentrarse. Clara vio un local de hamburguesas abierto y se metió con sus hijas, despidiéndose de Diana. Tenía 3 minutos más, pero no la situación no iba a cambiar demasiado, y tenía que hablar, por última vez, con sus hijas.

-Escuchen. Algo pasó, no puedo llevármelas. No puedo ponerlas en peligro.

Las niñas la abrazaron con fuerza y entre lloridos empezaron a decir que no podía dejarlas.

-¡Lo sé lo sé! ¡Pero si algo les pasara por mi culpa no podría perdonármelo! ¡Zana, vas a tener que cuidar a tu hermana hasta que cumpla los seis! ¡Zana, promete que la cuidaras!

-¡Lo prometo!

-¿Recuerdan sus fechas de...?

-20 de marzo.-Dijo Ceres.

-28 de mayo.-Dijo Zana.

-Ceres, no sueltes a tu hermana. Ella es la única que podrá cuidarte. Zana, ¡no abandones a tu hermana!

-La cuidaré mamá ¡pero no nos dejes! ¡Aún no!

-Lo siento, lo siento mucho.

Clara vio el reloj. Un minuto. Venía la parte más difícil.

-¡Ahora suéltenme!

Las niñas no la soltaron.

-¿Quieren que le diga a una de estas personas que las agarre por la fuerza?

Las niñas la soltaron. Después de todo, entendían, en el fondo, lo que estaba pasando.

-Las quiero con todo mi corazón. Nunca dejen de enviarme mensajes.-Les envío un beso soplado mientras las niñas sollozaban, ondeando la mano y gritando que siempre se acordarían de ella y que le mandarían mensajes a diario, aunque eso se acabara sus créditos.

Clara salió del restaurant. Diana seguía allí, a unos pasos, sentada.

-¿Por qué no seguiste huyendo?

-Me quedan solo unos segundos, no iba a llegar muy lejos. Quería asegurarme de que no fuera a tomar una desición estúpida y tratar de llevarse a sus hijas, aunque fuera a mordidas y patadas..

Clara trotó hacia Diana, sin siquiera enojarse, ella misma habría hecho eso. Diez segundos. Se sentó junto a Diana, le tomó la mano. Trató de no pensar en los horribles accidentes. Trató de pensar que esta simplemente era una osadía más. Cero.

Clara abrió los ojos. Examinó su cuerpo. Estaba bien a parte de estar desnuda. Pero había estado en lo correcto de no traer a las niñas, el lugar era tan peligroso como imaginaba. Instantes después, apareció Diana con un "shuush".  Ella no había tenido tanta suerte. Tenía un tubo atravezando en su corazón. A su alrededor, ocurría lo más horrible que podía imaginar. No había un solo edificio o casa en pie. Todo era cuerpos y más cuerpos sin vida, desmembrados, con escombros encajados en la cabeza, en el estómago... ¿Que había pasado? Un terremoto parecía la opción más obvia, pero eso solo hubiera derrumbado los edificios, no hubiera acabado con las zonas de llegada. ¿Bombas? No tenía tiempo de averiguarlo. Aún corría peligro, podría haber más detonaciones. Tenía que alejarse lo más pronto posible. Empezó a correr.

-¡Ayuda! ¡Ayuda!-Un hombre tenía su pierna enterrada por un gran pedazo de loza.-¡AYUDA!

Clara se acercó.

-¡Era una plaza! ¡Una estúpida plaza! ¿porqué había un edificio?

Clara empezó a levantar el pedazo de piedra. Era pesado, no podía moverlo por sí sola. Sin embargó, de la nada ya estaba otro hombre ayudándola y enseguida el rescate fue exitoso.

"¡POOOM!" El sonido de otra explosión.

Clara siguió corriendo. De vez en cuando, veía como aparecía alguien en medio de la calle, la mayoría mal, siendo ejecutados rápidamente por algún pedazo de vidrio o cemento.

Clara siguió corriendo y corriendo. Había sido un acto terrorista, no cabía duda. El tipo de destrucción era especialmente localizado para permitir el menor paso de personas. ¿Qué clase de descorazonados sin familia podían hacer eso?

Clara corrió un poco más, hasta que por fin pasó un área acordonada. A partir de ahí, ya no había destrucción. Había médicos y gente entregando ropa. Después de revisarla, la sometieron a un rápido examen con polígrafo, que fue mucho menos estricto de lo normal.

En toda su vida, Clara jamás pensó que su llegada a los años dorados ocurriera de esa manera. ¡Y aún estaba Némar! ¿Cómo decirle que había abandonado a las niñas? ¿Cómo decirle que ya no las volvería a ver nunca más?

Comentarios

Virsa ha dicho que…
¿Habrá continuación? D:

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