Paprica, Budapest, 22-23 Junio

En Budapest tampoco pasé mucho tiempo, pero lo poco que estuve,
lo estuve muy bien.

León, chorro de agua!

Edmond, un húngaro que conocí en Bergen, me había invitado a ir a
Budapest y fue por eso que me decidí a ir para allá. Él y su hermano
Norman me trataron mejor de lo que merecía.

Aquí con Edmond

Aquí con Norman

Porque para esto, no había pasado ni una hora desde que yo había llegado
a su casa y ya me las había arreglado para romper una jabonera del
baño... Pero Edmond y Norman no se mostraron ni enojados ni nada.

Una estatua al elemento neutro favorito de todos 

Hablando del dinero Húngaro, es uno de los que más bolas me ha
hecho. Un euro son como 250 forint y entonces los billetes son
de 5 mil, de 2 mil, y uno siente que trae mucho dinero, como
cuando juegas monopolí.

El parlamento, hermoso

Algo que me gustó fue la comida húngara, sobre todo porque
a ellos sí les gusta ponerle picante, y usan paprica para casi
todo. Pero lo que en definitiva me quedé enamorado fueron unos
dulces de queso crema y chocolate. Fríos son la onda, y aún cuando
se te derriten por el calor saben bastante decente. Si no fuera
por el batidero que hacen me hubiera comido la bolsa que llevo de
chocolates noruegos y la lleno con esos dulces húngaros (el pretexto
para comerme los chocolates de Arturo nunca falta).

Delicioso.

Budapest es una ciudad dividida por un río, la parte de la izquierda
la llaman Buda y la de la derecha... adivinaron, Pest. Todo hace
bastante sentido no? Ah, y el río que divide es el Danubio.

Uno de los puentes que conecta a Buda y Pest, de noche

Norman y Edmond se encargaron de contarme un poco de la historia
de Budapest. Al parecer hubo un tiempo que los turcos estaban
dominándolos y luego otro tiempo los rusos. Lo bueno es que los
turcos les dejaron sus baños (turcos) en la ciudad.

Basureros especiales para raperos 

Momentos incómodos:
-Cuando, caminando solo por la noche, se te acerca un tipo y te
dice: "you want pussy and fuck?" Caray, que para eso ya fui a
Amsterdam.

Lecciones que da la vida:
-Las casas de cambio no aceptan monedas... y a causa de ello
tengo más forint de recuerdo de los que tenía planeado en un
principio.