Fusión - Pieza 2

Ámber recibió el mensaje en su ordenador personal unas cuantas horas después de que su hermano lo enviara, debía haber sido extremádamente costoso:

"¡Gané la elección, por segunda vez! ¡Deseame suerte!"

Ámber no tardó en prender la video grabadora para dejarle a su hermano una felicitación. Si se apuró en dejar el mensaje, fue porque sabía que su propia emoción pasaría. Era difícil sentirse contenta por su hermano cuando ella estaba teniendo tantos fracasos.

-Hey, ¡espero que todo haya ido bien en tu periodo! ¡Sé que nuestros padres estarán orgullosos!

Ámber guardó la grabación en la nube,a pesar de saber que su hermano tardaría bastante tiempo en responder.

¿Por qué a ella no se le daba la política? Había intentado más de una vez, pero ni siquiera un segundo lugar había conseguido. Era algo frustrante.

Ámber distrajo sus pensamientos cuando un sonido de alarma empezó a vibrar en todos sus aparatos electrónicos. Era un mensaje de alerta:

"Explosión en 33.  Coordenadas (16.212135, -144.939925). Era un mensaje simple pero no necesitaba decir más. Ámber prendió la tele para ver las noticias. Todos los canales estaban dando la misma noticia. Había pánico entre las personas que trataban de desalojar de la explanada. Terror. ¿Cuánto habría tardado en llegar el mensaje? ¿Cuántas vidas se habrían perdido? 

Esto había sido obra de la célula terrorista Fusión, no cabía duda. Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Por qué no se había enterado de nada? ¿La estaban dejando fuera? Tendría que esperar para preguntar, pues su contacto estaba en 33, y ella no iría para allá pronto. 

Pero no era difícil saber por qué la habían dejado fuera. Probablemente porqué sabrían que ella no aprovaría ese tipo de violencia. Eso, o porque políticamente ya no tenía ninguna clase de poder. ¿Debería volver a casarse con su ex marido? Eso le había dado algo de influencia, pero en cuanto su marido perdió las elecciones, ella lo abandonó. Sus padres tal vez no estarían orgullosos de ella. Pero no importaba, porque nunca lo sabrían, había mantenido toda la situación oculta de ellos. 

Lo importante ahora era ayudar a limpiar el desastre e investigar lo poco que se pudiera averiguar. Se dirigió  a (16,-144) en 32, la zona más cercana a la que podía acercarse. Tenía, ante todo, que guardar las apariencias. Después de todo, seguía siendo jefa del departamento de policía, un puesto al que había llegado no por popularidad, sino por méritos propios. Cosa que en esa sociedad democrática era a lo más que podía aspirar a llegar sin el voto de la gente.

Trató de verle el lado bueno a todo el trabajo extra que se venía por delante. Sin duda esto le daría más tiempo de cámara con lo cuál conseguiría más popularidad, si lo sabía manejar. Pero lo más importante, con algo suerte ganaría información real de los hechos. Debía haber alguna razón muy fuerte para que no le hubieran confiado un plan tan importante. 

Si Fusión ya no confiaba en ella, sabía perfectamente que sus días estaban más que contados.

Su hermana llegó a la casa cuando estaba a punto de salir.

-¿No es tu día libre?-Le dijo su hermana

-¿No viste el mensaje de alarma? Hubo una explosión.-No podía creer lo mucho que su hermana se alejaba de sus dispositivos de comunicación. Siempre la regañaba por ello.

-¿Dónde?

-En 33. Y si me acuerdo bien de las coordenadas, es en la explanada.

-¿En nuestra explanada?

-Sí, exacto. Hey, ¡tal vez puedas ayudar! Tu ya has estado en 33, ¿o no? ¿Recuerdas los lugares seguros?

Su hermana hizo un ejercicio de memoria.

-Recuerdo uno a 15 minutos de distancia, el que memoricé para este tipo de emergencias, pero ambas sabemos que pudo haber cambiado.

-Vale la pena, hay gente corriendo sin dirección que no sabe por dónde salir. ¡Vamos!

Ámber prendió el carro y empezó a pitar. Su hermana estaba tardando mucho. Cuando lo hizo, traía una muñeca agarrada de la mano.

-Hay gente peligrando sus vidas, ¿sabes? Y tú te tardas buscando una muñeca.

-¡Por eso fui por ella! ¡Mira!-Su hermana alzó el vestido de la muñeca y escrito en los fondos blancos había varios números. -En Felipina escribí todos los lugares seguros que checaría para 33 y ayudarme a memorizarlos. Creo que si voy a ellos podré recordar si los vi seguros o no. ¿No crees que es curioso que nos hayan asignado la misma casa? ¿Y que además, después de todos este tiempo, Felipina siguiera aquí? ¡Es el destino Ámber!

Amber manejó hasta la explanada, pero decidió dejar el coche antes de acercarse demasiado, prediciendo el tráfico que habría. Tuvo razón.

Había gente sentada en círculos a mitad de la calle. Usualmente eso era altamente peligroso. Un coche podría arrollarte, pero dadas las circunstancias, las personas estaban jugándosela a que el tráfico estuviera detenido a causa de la explosión. Sin embargo, había personas tratando de levantarlos, pregoneros:

-¡No, no! ¡Esta calle no está! ¡Vas a acabar atravesada por una pared!

-¡No, no! ¡Las farolas nunca están acomodadas igual! ¡Acabarán empalados!

Ámber corrió hasta la explanada y tomó uno de los altavoces que uno de los policías estaban usando para prevenir a la gente.

-Síganme, ¡tengo una zona segura para el transporte!

De cierta forma, se la estaba jugando. Si resultaba segura, en las siguientes elecciones tendría mucha más popularidad, si no, podría acabar en la cárcel, o peor. Ya lo sabría en dos meses. Su hermana había podido recordar otra más de las zonas seguras escritas en su muñeca y pronto dividió a la gente en dos grupos: Hacia los jardines municipales y hacia un estacionamiento en la plaza comercial.

-Los dos eran campos de sembrado la última vez que estuve.-Le había dicho su hermana. Eso había sido hace más de 25 años. Pero era muy difícil obtener permiso para quitar un campo de sembrado, tenía que pasar la aprobación por todas las áreas circundantes.

Cuando el flujo de personas fue constante hacia las dos nuevas áreas, Ámber fue a la explanada de Partidas, a ver si encontraba alguna pista. Cuando llegó, estaba vacío. Era muy raro ver una explanada vacía. Al menos en las áreas en las que ella había estado. Surreal. Sólo estaban los conserjes, recogiendo lo que encontraban de ropa, pero empezaban a tener un problema pues ya no había suficiente. Las personas en la explanada contigua salían desnudas y confundidas de las enormes lonas que los tapaban. Afortunadamente, algunas de las personas tenían amigos esperándolos, y éstos tenían ropa que prestarles.

Horas pasaron, y la tarde empezó a dejar paso a la noche. Ámber supervisó el cerco de la explanada. Algún que otro ignorante todavía llegaba, preguntando si el problema se había solucionado. Como si lo pudieran saber así de sencillo. No, probablemente tardarían algunos meses en poder volver a utilizar la explanada, si es que podían si quiera volver a utilizarla alguna vez.

Como fuera, ningún mensaje más de alerta había llegado, lo que significada que las áreas de emergencia que había propuesto eran buenas. O tan malas que el caos que habían provocado no había dejado lugar a enviar un mensaje.

Por más tiempo que pasó caminando por los alrededores de la explanada, no encontró ninguna pista de lo que pasaba. ¿Qué esperaba? ¿Que mágicamente un hombre misterioso se le acercara y le dijera que la siguiera? Eso no pasaba jamás. Pero tenía dos meses antes de su viaje a 33, y entonces sí que conseguiría informacion. Y... tal vez, por fin podría ganar una elección.

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